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Movilnet, un barco a la deriva

  "Capitán, ¡se hunde sin remedio!" gritó el oficial a su capitán mientras corría desesperado fuera del puente de mando. "¡Sálvese quien pueda!" gritó un segundo tripulante antes de correr en la misma dirección del oficial. Ante toda esta escena, el capitán del buque se quedó mirando, como hipnotizado, como todos los controles de la nave empezaban a apagarse, quedando esta a la deriva y sin control. Abajo, en la sala de máquinas, los tripulantes de la nave gritaban con las manos en la cabeza mientras intentaban alcanzar la salida, el agua entrando sin pausa, pero sin prisas, por las fracturas que había sufrido el casco, después de haber acariciado con la velocidad suficiente un tempano en medio del mar. Pronto, nadie de la tripulación, sólo el atontado capitán, permanecía a bordo del barco. Pero no era así para los pasajeros, que disfrutaban de la música y de las constantes proyecciones cinematográficas de tiempos mejores que aparecían en las grandes pantallas del

¡Salimos al parque...!



Generalmente somos estrictos con todo aquello de la cuarentena y el distanciamiento social y todo esto, principalmente porque en Venezuela puede ser incluso peligroso tener que terminar hospitalizado en un centro de salud público o privado.

Pero para Andrés no es sencillo, al ser hijo único y estar en una edad caracterizada por ser bastante activo, llega un momento en el que el patio y los juegos que uno pueda inventarle no son suficientes. Siempre le gustó salir a la calle y ver cosas nuevas, para luego llegar al parque a dar carreras, escuchar a los pájaros y jugar con tierra.

Así que ayer nos decidimos y salimos, por supuesto, el parque estaba solo, pero a él no le importó. Se deslizó innumerables veces por el tobogán, me puso a sacar brazos meciéndolo en los columpios y luego se ensució las manos con la tierra húmeda por la lluvia, para hacerle una pista de carreras a su carrito. Ahí tomé esta foto.

Cuando se aburrió, me puso todavía más trabajo, pidiéndome que le diera una vuelta en la bicicleta. Hicimos, según Google Fit, un recorrido de algo más de un kilómetro cerca de casa, entre una calle y otra, pasando varias veces frente al parque y frente a nuestra casa.

"¡Jugo papá!", dijo el muchacho cuando se sintió satisfecho. Llegamos a casa a tomar jugo con pan de pavo y el se fue a jugar con sus juguetes, dando por terminado el paseo. 

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