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Movilnet, un barco a la deriva

  "Capitán, ¡se hunde sin remedio!" gritó el oficial a su capitán mientras corría desesperado fuera del puente de mando. "¡Sálvese quien pueda!" gritó un segundo tripulante antes de correr en la misma dirección del oficial. Ante toda esta escena, el capitán del buque se quedó mirando, como hipnotizado, como todos los controles de la nave empezaban a apagarse, quedando esta a la deriva y sin control. Abajo, en la sala de máquinas, los tripulantes de la nave gritaban con las manos en la cabeza mientras intentaban alcanzar la salida, el agua entrando sin pausa, pero sin prisas, por las fracturas que había sufrido el casco, después de haber acariciado con la velocidad suficiente un tempano en medio del mar. Pronto, nadie de la tripulación, sólo el atontado capitán, permanecía a bordo del barco. Pero no era así para los pasajeros, que disfrutaban de la música y de las constantes proyecciones cinematográficas de tiempos mejores que aparecían en las grandes pantallas del

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